El trigo va a la baja a pesar del caos en el Mar Negro y Rusia recorta las exportaciones
Tras un verano plagado de vaivenes, una sucesión de buenas cosechas y un enfriamiento de la demanda han empujado al trigo a mínimos de diciembre de 2020. La invasión de Ucrania por parte de Rusia, dos productores clave, ha disparado los precios del trigo, el cereal o la cebada, amenazando con una crisis alimentaria global. Tras un año y medio de volatilidad instalada en estas materias primas, mientras los envíos a través del Mar negro se encontraban bajo fuego enemigo, finalmente parecen haber vuelto al redil y los mercados creen que las caídas no han hecho más que comenzar. El país liderado por Vladimir Putin, que había aprovechado los altos precios para elevar sus exportaciones, se ha visto obligado incluso a frenar sus ventas al exterior ante una congelación de la demanda extranjera.
Los últimos datos del ministerio de Agricultura ruso muestran una caída del 22% en las ventas al exterior la última semana y las principales consultoras del sector, como Sovecon, dan por hecho que estas se situarán este mes en torno a los 3,9 millones de toneladas tras las 5 millones de septiembre y las 4,5 millones del año pasado. "Las ventas caen semana tras semana y ya se encuentran en sus niveles más bajos desde julio". El motivo, según la consultora, sería una reducción internacional de envíos por parte de Rusia ante los bajos precios.
Desde los máximos de julio se ha vivido una caída del 25%, mientras que desde el mes de agosto esta caída ha sido del 15%. Actualmente, los futuros del trigo cotizan en los 586 dólares frente a los 760 en los que se movían en su punto álgido este verano, o en los 775 dólares con los que inició 2023. Por su parte, el precio del maíz se ha desplomado un 21,51% desde sus máximos de julio y, en el caso de la soja, la caída ha sido más moderada (un 10%).
Rusia es el tercer máximo productor de trigo del mundo solo por detrás de China e India. Los últimos datos de 2022 le sitúan como el responsable del 10% de la producción mundial. Por su parte Ucrania es, pese a su tamaño, uno de los mayores productores (el sexto antes de la guerra), siendo sus exportaciones de trigo cereales y maíz una de sus fuentes de ingresos clave, con unos ingresos de 6.000 millones de dólares anuales por parte del trigo. Por lo tanto, el conflicto entre ambos, con el trigo ruso cerrándose a Occidente y con los puertos ucranianos del mar negro bloqueados por Rusia, supone desestabilizar completo el comportamiento de la materia prima a nivel mundial.
Rusia y Ucrania ampliaron su acuerdo en mayo para, a pesar de la guerra, permitir a los buques cargar trigo, cereales y cebada ucranianos a través del Mar Negro, con el objetivo de evitar que el precio de estos alimentos se dispare amenazando al mundo con una crisis alimentaria. Este pacto saltó por los aires en julio al retirarse Rusia del mismo y provocar un despegue de la materia prima. De momento, la inseguridad en los puertos de la región persiste y ha destrozado los envíos al exterior de Kiev, con una caída en septiembre del 50% de sus exportaciones.
Sin embargo, la propia Rusia ha 'pagado la fiesta' con una producción récord que ha permitido que se estabilicen los precios. A mediados de julio, Vladimir Putin, anunció que una producción de más de 152 millones de toneladas para este 2023, un hito histórico superando con claridad la anterior marca, 2019, donde el país pudo producir cerca de 135,4 millones de toneladas. En la cosecha 2022-2023, Rusia ha podido disparar su producción hasta superar por primera vez en su historia las 100 millones de toneladas. Estas cifras habrían sido el principal catalizador de una caída en los precios del trigo que ha terminado por saciar al mundo.
La consultora agrícola Ikar, explica que el principal motivo de los recortes no respondería especialmente a una voluntad de reflotar los precios de Putin, sino a un genuino desplome de la demanda. "Los principales importadores del país, Turquía y Egipto, tienen ya un alto nivel de existencias aprovechando los envíos rusos más baratos, una situación ha mermado las exportaciones". En ese sentido señala que un repunte ucraniano en los próximos meses traerá más caídas a los alimentos y en particular al trigo. Los últimos datos del ministerio de Agricultura del país invadido muestran cómo su cosecha de cereales, maíz y soja se ha disparado un 31%, aunque de momento las exportaciones hayan sufrido por su conflicto contra Rusia.
Un ejemplo de ello es Egipto, el mayor importador de trigo del mundo en 2022 con un 5,35 de las compras mundiales (3.800 millones de dólares). El país de los faraones confirmó este mes que ya cuentan con reservas para los próximos cinco meses, a pesar de los problemas que han tenido durante el último año y medio. En ese sentido, comentan que ya está en conversaciones para comprar todo el trigo necesario para el año 2024, aprovechando los bajos precios.
Los bajistas se han hecho fuertes en ese sentido y la posición corta neta ya está en máximos de junio de 2020
India, otro de los grandes importadores del mundo, se encuentra en una situación parecida. Después de haber comprado en el mercado internacional a marchas forzadas mientras prohibía la exportación el año pasado para evitar desabastecimientos, ahora la situación es realmente diferente. El país ha afirmado que tiene ya suficientes reservas no solo para aguantar sino para garantizar disponibilidad a toda la población. "Hay suficientes existencias disponibles para frenar la volatilidad, explicó Sanjeev Chopra, ministro de Consumo y Alimentación. En ese sentido ya han levantado estas restricciones, mientras esperan un suministro interno mucho mejor debido a las mejores previsiones climáticas.
Esta situación ha provocado que los mercados apuesten de cara a los próximos meses por una caída clara de la materia prima. Los bajistas se han hecho fuertes en ese sentido y la posición corta neta ya está en máximos de junio de 2020 en los contratos de maíz, trigo y soja. Estos inversores no solo se han basado en las buenas cifras rusas, sino que diversos países a lo largo y ancho del mundo han replicado estas cifras, saciando la demanda mundial y provocando que los países más dependientes ya se centren más en hacer acopio para el año que viene, que de garantizar su suministro.
El despertar de Brasil y la fortaleza de EEUU
Al margen del sucedido con Rusia, ha habido dos importantes sorpresas que también han marcado a estas materias primas. La principal ha sido el despertar productor de Brasil, que prevé producir más de 10,55 millones de toneladas de trigo, cebada y cereales tras disparar un 16,5% su producción. Esto ha supuesto que Brasil, que tradicionalmente es un importador, siendo el décimo país mundial en compras, pasa a ser exportador neto, un cambio de paradigma para el mercado.
"Brasil pasaría de ser un importador a un exportador de trigo al mundo", explicó el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, ante las buenas cifras del país sudamericano. "Este aumento de la producción se justifica por la mejora de los sistemas de producción agrícola existentes, con trigo en la rotación de cultivos, un mejor uso de áreas tradicionalmente ociosas en invierno y la inversión en tecnologías, incluidos nuevos cultivares resistentes adaptados a diferentes climas y enfermedades".
Por su parte, la propia Estados Unidos espera que su cosecha sea también la más alta de su historia, disparándose un 57% debido a las buenas condiciones climáticas. Por un lado, con un repunte de su producción de maíz y soja. Sin embargo, en el caso del trigo este subirá solo un 2,4% ligeramente por la dura sequía en las llanuras del sur del país, mientras que esperan que sus reservas se reduzcan hasta mínimos en 16 años. (15,13 millones de toneladas).